En los últimos años se ha instaurado entre los enólogos un intenso debate respecto al Carmenere como un vino emblema de nuestra nación. Algunos dicen que lo es y otros que no, pero lo que no podemos negar es que la cepa Carmenere se ha instaurado en Chile como una de las más queridas. Y quién puede decir lo contrario cuando su historia de conservación se encuentra directamente ligada a la de este país.
El maridaje del Carmenere chileno con platos típicos como el charquicán y las humitas ha realzado nuestra identidad ante el mundo de la misma manera que este vino hace con el sabor de las comidas. Acompáñanos a recordar su historia, su vínculo con nosotros y a aprender un poco más sobre esta cepa originaria de Francia pero ya considerada como chilena.
Un poco de historia: De la uva perdida de Burdeos al vino chileno emblemático
La cepa Carmenere es una de las más antiguas de las que se tiene registro, muy cercana a la Cabernet Sauvignon. Su nombre proviene de la palabra carmín (en francés carmin) y se debe al color que toman sus hojas, bayas y el color de su vino. El grano de su uva es esférica color negro azulado y se distribuye en racimos con frutos sueltos, a diferencia del Cabernet, cuyos racimos son más apretados.
Carmenere: el vino chileno originario de Francia
Puede sonar contradictorio, pero efectivamente, pese a ser considerado el vino chileno emblemático, la cepa Carmenere proviene en realidad de la región de Médoc, en Burdeos, Francia. Su producción era muy abundante en esta zona hasta el siglo XIX, sin embargo, entre los años 1860 y 1870 toda Europa y varias partes del mundo fueron afectados por una plaga llamada filoxera, la cual atacaba las raíces de los viñedos acabando con la producción de muchas variantes, incluyendo la Carmenere.
Una vez erradicada la filoxera, los viticultores intentaron volver a plantar las cepas afectadas pero la Carmenere no tuvo éxito. La sensibilidad que incluso hoy caracteriza la planta, sumada a su escasez y el clima bordelés le impidió volver a desarrollarse. Finalmente, cesó su cultivo y salvo por ciertos especímenes apartados para investigación científica en la Universidad de Bordeaux esta cepa se dio por perdida y prácticamente extinta.
Pasaron aproximadamente 120 años antes de que se descubriera que la cepa Carmenere continuaba viva y no como una rareza, sino con una gran extensión plantada. Tuvo que ser precisamente en nuestro país donde se descubrió que, lo que llamaban “Merlot chileno”, era precisamente la cepa perdida de Burdeos.
Tanto el Carmenere como las otras cepas habían sobrevivido a la filoxera en nuestro país gracias a sus llamadas “barreras naturales”. En otras palabras, al igual que gran parte de las maravillas que nos identifican, el vino Carmenere chileno debe su supervivencia a la Cordillera de los Andes, el Océano Pacífico, el Desierto de Atacama y la Antártica.
La favorable casualidad tras el “vino chileno”
La cepa Carmenere llegó a Chile por una feliz casualidad, pero para comprenderla hay que ir un poco más atrás en la historia. Hasta antes de la independencia de nuestro país no fue posible exportar vino chileno debido a un decreto real que lo prohibía. El conocimiento respecto a la industria y las tecnologías usadas para su producción estaban estancados debido a esta situación.
Sin embargo, tras la consolidación del Estado de Chile comenzaron las libertades de comercio y los grandes viticultores quisieron estar a la altura de las exigencias internacionales. Fue así como desde el año 1850 hubo una verdadera revolución industrial en esta área al interior del país. Los inversionistas y vinícolas importaron una enorme cantidad de maquinaria, invirtieron trayendo enólogos europeos y, lo más importante, nuevas cepas para la producción de vinos.
Aquí es donde entra en nuestra narración y en la historia nacional el Carmenere. La inexperiencia de la viticultura chilena llevó a confundir esta cepa con la Merlot, plantándolas indiscriminadamente ¡Durante más de cien años lo que hoy conocemos como Carmenere se vendió etiquetado como Merlot!
De la preocupación al éxito del Carmenere
La popularidad del vino chileno fue en aumento con los años, pero en 1991 el ampelógrafo francés Claude Vallat puso en un verdadero aprieto a la industria. Tras mirar las hojas de vid en Chile aseguró ante todos que el vino que se exportaba como Merlot en realidad no era tal. Sin embargo, no pudo definir cuál era la cepa identificada como diferente, llegando incluso a confundirla con Cabernet.
Los viticultores chilenos se vieron en un aprieto ya que no sabían cómo etiquetar el producto a partir de la observación del francés. Durante tres años se dedicaron a etiquetar y apartar las vides desconocidas. Finalmente, en 1994 un discípulo de Claude Vallat llamado Jean-Michel Boursiquot descubrió la verdad: la cepa Carmenere no estaba extinta. Hoy sabemos que esta cepa lleva más de ciento cincuenta años con nosotros, pero no hace más de treinta que supimos su existencia.
La importancia del vino Carmenere en Chile
Toda esta historia ha hecho que los chilenos consideremos el vino Carmenere como un emblema. Desde su identificación en el año 1994 y su oficialización en 1998 se han cambiado los procesos de vinificación con el fin de aprovechar al máximo sus características de maduración. Hoy Chile posee un 95% de las vides de esta cepa a nivel mundial, lo que además de volvernos líderes en su producción, también nos hace dueños de un importantísimo patrimonio vitivinícola.
Esta cepa necesita un clima templado, con mucho sol para su óptima maduración. Por esta razón, en nuestro país es posible encontrar productores de Carmenere principalmente en los valles de Maipo, Cachapoal y Colchagua. Sin embargo, y aunque en menor medida, otros países como Francia, Italia, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos también la tienen entre sus viñas.
Vino Carmenere: el mejor para degustar las comidas típicas
Una de las cosas que hace que el Carmenere sea un vino amado por todos los chilenos es el hecho de poder ser maridado con comidas típicas de nuestro país. Los expertos aseguran que su degustación puede acompañarse con platos tan comunes como el charquicán, las humitas y el pastel de choclo. Asimismo, también hay quienes dicen que esta cepa es una delicia acompañada del clásico choripán y el costillar de cerdo con puré picante o con merkén.
En cambio, si deseas hacer una degustación con otro tipo de alimentos, te sugerimos acompañarlo con comidas especiadas como la mexicana o coreana. También recomendamos maridar con carnes rojas magras, carnes blancas y pescados grasos. Si aún no decides cómo beberlo, recuerda siempre consultar la etiqueta del vino o la página de su productor en busca de recomendaciones más específicas según la cosecha.
Celebremos el Día Mundial del Carmenere
Desde el 2014 todos los 24 de noviembre se celebra el Día Mundial del Carmenere. Ahora que conoces su historia puedes compartir un delicioso vino Carmenere chileno con familia y amigos. La anécdota que acabas de leer de seguro los sorprenderá y generará una grata conversación.
Si deseas degustar un buen ejemplar para este día, te recomendamos nuestro Laura Hartwig Single Vineyard Carménère que obtiene su complejidad de las barricas donde el vino es guardado hasta su madurez. Este es un vino elegante y de calidad excelente que podrás maridar de manera muy sencilla debido a la versatilidad de la cepa.
Anímate a probarla con la comida que más te guste, pero pon mucha atención a la temperatura ideal. Para que su sabor sea aprovechado al máximo, se sugiere beber el vino Carmenere entre 16° a 18° Celsius.